Diagnóstico “psiquiátrico” de nuestro tiempo.

Los psiquiatras nos hemos convertido en los médicos de cabecera. Muchos acuden a la consulta de psicólogos, psiquiatras o “coaches” porque no saben encontrar el rumbo de su vida. Su demanda es, “necesito ayuda porque estoy perdido”.

Decía Unamuno, “me duele España”. Los médicos ante el dolor, que es un síntoma, buscamos el foco o etiología del mismo. Nos encontramos ante una sociedad enferma, se trata de la enfermedad de la abundancia donde poseemos todo lo material y hemos reducido a lo mínimo lo espiritual. Asistimos al desgaste de los valores sólidos donde se sustentan las ideas y las creencias.

¿Qué ha llevado a nuestra sociedad a esta enfermedad del vacío y de la sensación de sentirse perdido o sin rumbo?

1- La educación ha pasado a un segundo plano. No se forma de manera integra. Eso desemboca en una sociedad donde encontramos mucha gente desorientada en lo fundamental y excesivamente informada en lo accesorio. No se valora la educación. Vivimos en una sociedad donde el fútbol es más importante que la Universidad.

2- Vivimos con prisas. Corremos pero ¿hacia qué o hacia dónde?  Muchas veces nos cuesta valorar el presente, ya que nuestras angustias o preocupaciones se entremezclan e inundan nuestra mente sin capacidad de disfrutar del momento presente. Me gustan estas palabras de Goethe:”Detente instante, eres tan bello”. Andamos preocupados constantemente por temas del pasado o presente.

3. La tecnología ha invadido nuestras ocupaciones; los avances, las técnicas modernas han revolucionado las formas de vida. El ipad, iphone, itunes… todo gira en torno al “I” (yo), ¿dónde dejamos entonces el “you”? A nuestro alrededor asistimos con tristeza y desconcierto a reuniones de amigos, donde todos dedican parte del tiempo a interactuar con otros-no presentes-a través de la tecnología. Cuesta entregar el tiempo con dedicación completa. ¿Falta de generosidad?

4. En nuestra esencia encontramos un Lazarillo de Tormes. Ese “héroe de la mentira alegre y pícaro” cuyo propósito era burlar las jerarquía socioeconómicas del siglo XVI. Nos hemos acostumbrado a la mentira, engaño o semi-engaño para lograr nuestros propósitos. Estos rasgos pícaros presentes en algunos entornos se han normalizado siendo la constante y noticia de actualidad. Otros grandes autores han plasmado estos rasgos rasgos de personalidad “pícara” en sus escritos  (el Buscón de Quevedo entre otros)…

5. Se ha producido un uso y abuso de los conceptos básicos de nuestra lengua; una pérdida del sentido verdadero de las palabras. Es oportuno repetir lo que Locke recomienda: “Definid los términos”.  Un ejemplo es el de la palabra libertad: en las controversias o discusiones acerca de este tema, uno de los que argumenta entiende una cosa y su contrario otra. Buscar un moderador no llega a gran solución ya que suele entender por libertad algo distinto al primero y segundo.

6. Los medios de comunicación producen aturdimiento por abundancia. Siempre me ha parecido ocurrente esta cita de Groucho Marx que ojalá pudiera hacerse realidad hoy en día: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende me retiro a otra habitación y leo un libro”. No sabemos discriminar la verdad a través de los medios. Cada uno usa una vara de medir la noticia de distinta manera y la información que nos llega es distorsionada.  En ocasiones el bombardeo de noticias produce un exceso de información que no somos capaces de digerir y asimilar.

7. Carecemos de modelos de identidad sanos para niños y adultos. Joseph Joubert, moralista y ensayista francés, conocido por sus libros publicados póstumamente por uno de sus grandes amigos, Chateaubriand; con respecto a este tema afirma en su libro, Pensées: “los niños necesitan más modelos que críticos”. Necesitamos modelos y testigos, que tiren de la sociedad para arriba, inspirando, ilusionando y motivando para el cambio y el logro de los sueños. Los modelos de identidad deben dirigir a la sociedad a ser mejor.

8. El relativismo del que tanto han hablado algunos pensadores en los últimos años. Asistimos a la destrucción de los valores, donde no se sabe dónde está el límite entre el bien y el mal. Todo parece depender del prisma de donde se mira. Decía Sócrates, “las nociones de bien y de mal son innatas en el alma humana”.

¿Inicio del tratamiento?

 Para orientarse en el camino de la vida es clave conocerse uno mismo; ese “conócete a ti mismo” que ya indicaban los griegos en el frontispicio del tempo de Apolo en Delfos. Así mismo hace falta tener las ideas claras sobre los conceptos básicos de la vida. Para ello hace falta estudio, formación y tiempo. Ser inteligentes entendiendo esa capacidad como “distinguir lo accesorio de lo fundamental”; dándole a las cosas importantes el valor que realmente tienen. 

Marian Rojas-Estapé